Nuestro viaje material por este planeta, está sometido a un constante proceso de transformación y cambio continuo, en el budismo a esta característica intrínseca de la naturaleza se la denomina; Principio de Impermanencia. Por más que nos empeñemos en planificar nuestras agendas, nuestros proyectos no siempre responden a nuestras expectativas. La enfermedad, el dolor, las pérdidas, los fracasos, los imprevistos… son episodios que irrumpen en nuestras rutinas sin haberlos invitado, y no siempre somos capaces de gestionarlos.
Hace ya muchos siglos, Buda Gautama emprendió una profunda búsqueda que le llevó a hallar las causas del sufrimiento humano y las posibles formas de aliviarlo. De esta manera, la herencia que nos brindó el budismo, fue descubrir que la raíz del conflicto humano no surge en realidad de las circunstancias que envuelven nuestras vidas, sino de cómo percibimos e interpretamos dichas circunstancias. Todo un legado ancestral de prácticas meditativas orientales, vienen en la actualidad a “hermanarse” con las teorías de nuestra psicología occidental, o los más recientes descubrimientos de la neurociencia. Esta fusión de disciplinas nos ayuda a entender que nuestra intensa actividad mental nos atrapa de manera continua en una categorización dual de nuestras experiencias; bueno vs malo, deseo vs aversión. Nos pasamos el tiempo “luchando”, o bien evitando y rechazando situaciones que no queremos tener, o bien apretando en un puño situaciones que no queremos perder. A lo largo de nuestro desarrollo evolutivo, hemos establecido un mapa cognitivo que nos lleva a resolver cada circunstancia vital con respuestas condicionadas. Es decir, hemos ido seleccionando una serie de mecanismos o hábitos aprendidos, que como nos han ido “funcionando”, los hemos validado y automatizado a base de repetición. De esta manera, nuestra mente está abarrotada de opiniones, críticas, creencias, verdades absolutas, que fundamentalmente pertenecen al pasado y no siempre provienen de nuestra propia experimentación directa. Todas ellas enterradas en el disco duro de nuestro inconsciente, y sin embargo tomando el timón en la reactividad de cada instante. |
Practicando la Atención Plena
Mindfulness o atención plena, es una propuesta en donde se trabajan diferentes técnicas que nos permiten hacernos conscientes de nuestro proceso cognitivo. De cómo todos esos hábitos y patrones de conducta son los que dirigen y determinan nuestro comportamiento,y cómo esas decisiones muchas veces no son saludables ni beneficiosas.
Podemos aprender a observar cómo llegan los pensamientos y las emociones a nuestra mente-cuerpo ante cada experiencia, sin categorizar, sin emitir juicios, con total apertura y aceptación.
Esta observación sin valoración, va a favorecer el que nos demos cuenta de cómo estamos percibiendo cada vivencia, pudiendo así reconocer la distancia entre nuestra
interpretación y la realidad de los hechos. Este discernimiento nos permitirá contemplar una perspectiva mucho más profunda y lúcida de nuestra experiencia, dándonos mayor información y margen para elegir una respuesta mucho más adecuada y constructiva.
Primeras aplicaciones de prácticas meditativas en ámbitos clínicos
Hace más de 30 años, el Dr. kabatZinn inició un experimento revolucionario cuyos sorprendentes resultados se estudiaron científicamente y abrieron importantes vías terapéuticas. En el Centro médico de la Universidad de Massachusetts, donde él viene trabajando desde hace años, comenzó a desarrollar un programa de técnicas
contemplativas con pacientes que presentaban patologías muy críticas. Se lograron unas remisiones y mejoras tan espectaculares que desde entonces se ha ido extendiendo su aplicación a nivel mundial. El estrés, la depresión, adicciones, dolores crónicos…y un largo etc, son tan solo algunos de los trastornos en los que se han reconocido profundas mejoras gracias a estas aplicaciones. En la actualidad existen programas de MBSR ( Mindfulness based stress reduction ) no solo en el ámbito médico y de la psicología clínica, sino también en entornos educativos y empresariales, favoreciendo la gestión de emociones, el rendimiento laboral, la mejora en las relaciones de equipos de trabajo…etc.